Esto no hay quien lo pare, la temporada, una más, viene ya lanzada. El mes de enero fue el de la isla de El Hierro y su maratón del Meridiano, creo que ha sido una de las experiencias más emocionantes (de esas que comprometen a las emociones verdaderas y a su principal órgano diana: el corazón) que he vivido en los últimos tiempos: trail sin lentejuelas y del que perdura más que un buen perfume. Si algún día me pierdo y decido alejarme del mundanal ruido emulando a Fray Luis de León y escribir mi particular “Oda a la vida retirada”, lo haré muy cerca de estas coordenadas: “veintisietegrados” 45’ N y 18o00’ O.
Febrero, el más discreto entre los doce del almanaque, se vino arriba, y como viene haciendo cada 4 años desde que nos guiamos por el calendario gregoriano, le usurpó un día a marzo y con él llegó el tardío invierno, y de nuevo cada cosa en su sitio, la nieve en las montañas y el frío en mis huesos, no puedo evitarlo y es que no me acostumbro… En el país de Toy, se disputó un año más la competición de esquí de montaña más importante del Pirineo, en este caso puntuable para la Copa del Mundo ISMF. Los vencedores de Altitoy Ternua de este año no podrán optar a la clasificación mundial, ellos poco entienden de banderas y de fronteras políticas, pero parece que a los que legislan, esos detalles sí que les importan, y no se puede ser equipo oficial si no tienes el mismo tipo de documento nacional. Tampoco creo que a dos amigos como Mathèo y Kilian estén muy preocupados por ello. En fin…
Marzo se despereza con sol y buen tiempo nuevamente para recibirnos en Transgrancanaria HG. Miles de corredores se dan cita a orillas del Atlántico venidos de los rincones más diversos del planeta y aquí y ahora no importa nada más que la experiencia, la vida, la naturaleza y disfrutar de la buena compañía. Estaría perfecto que las carreras de montaña fueran pequeños ensayos para una vida y una sociedad en donde no importen las nacionalidades, donde las normas se dicten pensando en la salud y el bienestar del pueblo, donde no haya que esperar al otro lado de una frontera de forma bochornosa arriesgando la vida sin que el resto del planeta se llegue siquiera a sonrojar mínimamente, donde el objetivo de todos no sea otro que llegar al final disfrutando y sufriendo (que a veces aunque no sea lo mismo, se parece mucho)… Es una pena que nuestras clases gobernantes y políticas, los que tienen mucho por hacer, se entretengan más en hablar, y eso en el mejor de los casos… En fin, con lo fácil que podría ser todo si pasáramos más tiempo en la montaña, corriendo o simplemente respirando y meditando. Por si a alguno le interesa…
José Antonio de Pablo «Depa»