Frontera, El Hierro, 17 de febrero de 2023. A tenor del comienzo de este editorial, situándome y localizándome en el tiempo y en el espacio, me da que me va a quedar un editorial algo personal y reflexivo.
El tiempo pasa deprisa, el tiempo huye, es esta una máxima con la que llevamos participando en el juego de la vida desde la época de los latinos, no es algo de nuestros días ni mucho menos. Hoy lo traigo a colación no sólo por estar firmando ya el primer número de TRAIL RUN del año 2023, acercándonos ya al décimo aniversario de la revista, algo que habrá que celebrar en su momento por todo lo alto, no por nada porque ojalá que pasen otros 10 o 20 más y que ustedes lo vean, y ya si lo leen… miel sobre hojuelas; sino por el acto heroico que supone mantener una publicación impresa en estos tiempos en los que si siguiéramos la máxima por la que luchaban los protagonistas (Cristofer Lambert, Sean Connery y demás) de la película Los Inmortales, “Sólo puede quedar uno”, el cuento ya se habría terminado y es que nos hemos quedado solos. ¿Hay alguien ahí? Espero que sigáis por aquí… Si el tiempo viene huyendo desde la época de los romanos, ahora en la era de vértigo y de inmediatez en la que está sumida la comunicación, el tiempo se lleva las noticias. Los temas de actualidad duran cada vez menos y algo que ha estado ocupando minutos, horas o días en las cabeceras de los noticiarios de todo el mundo se diluye, desaparece, es destronado por otro tema de más “rabiosa actualidad”.
Y así vamos viviendo, y así resulta que hace ya más de un año que estamos en guerra, que tenemos una guerra a la puerta de casa, una guerra como las de antes, de las de toda la vida, no precisamente una de las de “¿Está el enemigo? ¡Que se ponga!”, una de las de rabia, terror, impotencia, muerte, miedo, desgracia, sinrazón, vergüenza, una guerra que ya apenas llena páginas en la prensa sino es para justificar la subida de la factura de la luz o del gas (que ese es otro tema que tela…) Más de un año de catástrofe.
Más de un año por ejemplo, que ya sé que lo del correr y competir no tiene tanta importancia, sin que algunos deportistas, algunos amigos como Dmitry o Ekaterina, sigan sin poder correr en muchas pruebas de trail a nivel internacional. Y qué culpa tendrán ellos, qué culpa tendremos nosotros… Por cierto ¿Quién tiene la culpa? ¿Y si la tuviéramos todos?
José Antonio de Pablo «Depa»
